Cesare Pavese y la tragedia griega

Tendencialmente. En la tragedia griega los personajes nunca se hablan entre sí, hablan a confidentes, al coro, a ajenos. Es representación en la medida en que cada cual expone su caso al público. El personaje jamás se rebaja a diálogos con otros, sino que es como es, estatuario, inmutable.

Las muertes se producen fuera del escenario, y se oyen sus gritos, sus exhortaciones, sus palabras. Llega el mensajero y cuenta los hechos. El acontecimiento se resuelve en palabras, en exposición. No diálogo. La tragedia no es diálogo sino exposición a un público ideal, el coro. Con él se efectúa el verdadero diálogo.

[De ahí la pobreza de la tragedia clasicista (francesa, Alfieri) que, conservando el estilo, la ausencia de hechos y la exposición de la griega, carece de coro, es decir, del segundo personaje que hace frente a ese otro único, que es la suma de los otros personajes].

(Cesare Pavese. El oficio de vivir. El oficio de los poetas. Bruguera-Alfaguara)

 

Cesare Pavese: «¿Eres feliz?»

1 de enero de 1946

También este acabó. Las colinas, Turín, Roma. Quemé cuatro mujeres, publiqué un libro, escribí hermosas poesías, descubrí una nueva forma que sintetiza muchos filones (el diálogo de Circe). ¿Eres feliz? Sí, eres feliz. Tienes la fuerza, tienes el genio, tienes quehacer. Estás solo. Has rozado dos veces el suicidio este año. Todos te admiran, te felicitan, te bailan el agua. ¿Y qué? Nunca has luchado, recuérdalo. Nunca lucharás. ¿Le importas algo a alguien?

6 de enero

Los dioses para ti son los otros; los individuos autosuficientes y soberanos, vistos desde afuera.

12 de enero

En la tragedia griega no hay malvados: no se esclarece una responsabilidad, se constata un hecho – un destino.

(Cesare Pavese. El oficio de vivir. El oficio de poeta. Bruguera-Alfaguara)

9 de enero de 1950

Cesare Pavese escribe en su Diario: «La pasión inmoderada por la magia natural, por lo salvaje, por la verdad demoníaca de plantas, aguas, rocas y países, es un signo de timidez, de fuga frente a los deberes y a los compromisos del mundo humano. Es preciso tener el coraje de mirar con los mismos ojos a los hombres y sus pasiones».