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La poesía como trinchera: el documental que recupera la historia de Poesía Abierta

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A principios de junio se estrenó en el Cine Gaumont “Poesía Abierta, rebeldía y libertad”una obra de Diego D’Angelo que rescata la historia de uno de los movimientos culturales más significativos de la posdictadura argentina.

El ciclo Poesía Abierta fue creado por el poeta y periodista Daniel Giribaldi en 1982, cuando aún había dictadura en la Argentina y en el contexto posterior a la Guerra de Malvinas. Ahora, un documental de Diego D’Angelo reconstruye, a través de una estructura híbrida de documental y ficción, un espacio de libertad que desafió la censura desde bares porteños y que perduró hasta 2006.

Diego D’Angelo, director del documental

El proyecto surgió del hallazgo de materiales inéditos —fotos, audios, recortes de prensa, un documental en Súper 8— conservados por Beatriz Balvé, viuda de Giribaldi, y redescubiertos por D’Angelo en 2020. Entre ellos se encontraba Ayer se murió mi muerte, un film realizado por Alejandro Arroz y perdido durante más de 25 años. Este hallazgo no solo activó la idea de un documental sino que le otorgó al proyecto un anclaje histórico y emocional que articula el relato desde una memoria viva y colectiva.

“No quería hacer un documental convencional”, explica D’Angelo. Por eso la película intercala entrevistas con reconstrucciones ficcionales y registros de archivo. Escenarios reales como el departamento de Giribaldi en San Telmo o el Espacio Encuentro de Argentores se combinan con escenas dramatizadas y vuelos de dron que reconstruyen un paisaje emocional. En una de las secuencias centrales, Teresa Parodi, Nolo Correa y otros protagonistas rememoran el momento de la muerte de Giribaldi, generando uno de los pasajes más emotivos del film, acompañado por música de Gonzalo Aloras. “Ese momento tiene algo de sublime”, dice el director.

Un ciclo cultural en clave de resistencia

El ciclo, nacido durante la dictadura, ofrecía un espacio de expresión para escritores, músicos, actores y ciudadanos comunes, sumergidos en un clima de vigilancia y represión. Giribaldi supo identificar una fisura en el sistema: “La poesía no era problemática para los militares”, señala D’Angelo. En esa brecha se gestó una práctica poética abierta, sin censura, gratuita, donde el único requisito era tener algo que decir.

El ciclo tuvo dos etapas: la primera entre 1982 y 1984, con encuentros semanales en bares de San Telmo, y la segunda, en El Viejo Almacén, gestionada por Giribaldi y Edmundo Rivero. Tras el fallecimiento de Daniel Giribaldi, siguieron Beatriz Balvé y Aurora Giribaldi. Por allí pasaron figuras como Alejandro Dolina, Teresa Parodi, Rubén Juárez, Federico Luppi, Virginia Lago, Soledad Silveyra, Amelita Baltar, Ramón Ayala, entre muchos otros. Pero también jóvenes sin trayectoria previa que encontraban allí una forma de canalizar su voz.

El documental como gesto federal

Aunque la historia central transcurre en Buenos Aires, Poesía Abierta, rebeldía y libertad recorre también otras provincias. El equipo de producción viajó a Rosario, Córdoba, San Luis, Salta, Chubut y Santiago del Estero, en una apuesta por construir una mirada federal del fenómeno. “No queríamos una película hecha solo en un estudio porteño”, dice D’Angelo, quien insiste en que parte del sentido del film está en rescatar la vitalidad cultural del interior. Esa decisión implicó también contratar técnicos locales y producir con recursos propios, ya que el INCAA no aportó financiamiento.

La película evita la solemnidad. Se permite momentos líricos y otros íntimos, donde la emoción de los entrevistados contagia al relato. “Muchas escenas las llevamos en el corazón”, admite el director, que también se desempeña como periodista y productor de televisión. Su formación técnica convive con una sensibilidad narrativa que prioriza el testimonio y el homenaje.

A través del uso del montaje, la música original y las voces de quienes vivieron el ciclo, Poesía Abierta reconstruye no solo un hecho cultural, sino una forma de entender el arte como resistencia. En palabras de uno de los entrevistados: “No venimos a cambiarle la vida a nadie, pero sí a hacer más feliz una tarde”.

Estrenar esta película en el contexto actual, donde la producción audiovisual nacional enfrenta recortes y desfinanciamiento, no es un dato menor. “El cine argentino está en peligro”, advierte D’Angelo, quien considera al documental casi un milagro: una producción autogestionada que, sin embargo, aspira a circular por todo el país. Para el director, el cine —como la poesía— es hoy también una trinchera: “Un espacio donde todavía podemos pensar más allá de la cotidianidad”.


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©Graciela Cutuli


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