En 1925, Gertrude Stein, en este orden, estaba orgullosa de su Ford y de Alice Toklas.
Iba a pedir una opinión a un mecánico de la banlieue, expertos en autos americanos pero que no sabía inglés. Los otros mecánicos franceses no sabían inglés ni nada de autos americanos. El mecánico tenía ayudantes “que se comportaban como golfos guturales”. Ninguno le hizo el menor caso, pero el dueño le arregló el auto.
Gertrude Stein le preguntó qué le sucedía a la muchachada inútil y el mecánico le dijo en francés: “C’est une génération perdue, Madame“. Gertrude pensó que esta frase era lapidaria y la tradujo al joven Hemingway: “Es una generación perdida”. Hemingway supo apreciar la ironía de la frase y quiso apropiársela para el título de su primera novela. Pero la llamó “Siempre sale el sol”, mala elección, sin duda
(Fuente: Guillermo Cabrera Infante. Cine o Sardina. Alfaguara)
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