De Julio Cortázar a Eduardo Castagnino
Bolívar, 23 de mayo de 1937
Ya sé, ya sé. Habrás protestado de lo lindo por mi silencio, ¿no es cierto? […]. Recién hoy, domingo, me siento más libre. Es de mañana y estoy solo… Este Colegio Nacional de Bolívar es un gran edificio relleno a medias de estudiantes y algunos profesores. Prácticamente aún no se ha hecho nada en materia de enseñanza y he tenido oportunidad de enterarme de algunas pequeñas comidillas. Por ejemplo, que de no venir varios profesores-entre los cuales nos contamos-, la inspección hubiera armado un tremendo escándalo, ya que a un mes de iniciadas las clases (!) la única materia que se dictaba era Ciencias Biológicas. Además, Música, pero eso no es una materia; eso es algo inefable, algo que va más allá de las palabras. Presenciar clases de Música en los colegios secundarios significa horrorizarse hasta el punto de que yo, tras de la experiencia, llego a sentir cierta simpatía por Canaro.[…]. La vida aquí me hace pensar en un hombre a quien le pasean una aplanadora por el cuerpo. Sólo hay una escapatoria, y consiste en cerrar la puerta de la pieza en que se vive- y buscar un libro, un cuaderno, una estilográfica. Nunca, desde que estoy aquí he tenido mayores deseos de leer. Porsuerte que me traje algunas cosas, y podré, ahora que estoy más descansado, dedicarles tiempo. El ambiente, en y fuera del hotel, en, y fuera del Colegio, carece de toda dimensión. Los microbios, dentro de los tubos de ensayo, deben tener mayor número de inquietudes que los habitantes de Bolívar. Ayer, como excepción honrosísima y fenómeno increíble, encontré a una persona que “ha oído hablar” de Arturo Marasso. Imaginate que en tercer año del nacional, no sabían quién era Beethoven.[…]
Julio Cortázar. Cartas 1937-1963. Alfaguara.
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