Lola Delgado, The Conversation
Su nombre real es Charles Michael, pero probablemente no volvería la cabeza si le llamaran así por la calle. Sí que responde a los adjetivos que definen su literatura: romántico, nihilista, transgresor, provocador, radical, aventurero, salvaje… Es Chuck Palahniuk, uno de los escritores más disruptores de la literatura estadounidense, autor de una obra que ya forma parte de la historia, El club de la lucha (1996), y también de otra publicada en EE. UU. en 2018 y que le consagró como un visionario social, El día del ajuste.
“Cerraron los ojos para imaginarse mejor los altos ventanales del Capitolio o de los tribunales hechos añicos”, cuenta en su último libro, como prediciendo la toma del Capitolio el 6 de enero de 2021 por simpatizantes del expresidente Donald Trump. Esta corrosiva sátira de la sociedad estadounidense muestra la actual agitación social, critica la masculinidad tóxica y retrata todo tipo de personajes fácilmente reconocibles del mundo moderno.
El escritor participó en el Foro TELOS 2021 Recordar el futuro, un título que parecía estar pensado para un hombre que tiene un oído finísimo para detectar los cambios y las luchas sociales antes de que aparezcan.
“Yo en la universidad estudié periodismo, así que no me invento muchas cosas dentro de mi literatura. Suelo escribir sobre ideas que he escuchado a otras personas que ven que el mundo está mal y de ahí sale mi ficción”.
Asegura que la literatura no existe para decirnos lo que está bien o lo que está mal, sino que tiene el papel de analizar las cosas para llegar a un consenso.
Un autor tan transgresor como Chuck Palahniuk se queja de que hoy en día sería complicado que un autor novel escribiera una obra como El club de la lucha:
“Desde los ataques al World Trade Center, libros tan transgresores como ese están muy condenados. Desde que el terrorismo es como es, se opta por géneros más tradicionales como el terror y la fantasía”.
Una forma particular de transmitir ficción
Las palabras de Palahniuk suponen un gran aprendizaje para los amantes de la literatura. Constantemente da claves sobre su forma de transmitir la ficción y sobre cómo llevar al lector por caminos por los que nunca se habría atrevido a transitar. De hecho, se nutre de las historias que otros le cuentan y traslada a su terapia de grupo situaciones que él ha vivido para contemplar cómo reaccionarían ante ellas otras personas:
“Cuando Truman Capote iba a clubs de sexo en Nueva York, la gente le reconocía y empezaban a comportarse como si todos fueran estrellas del porno, mucho más histriónicos y actuando de una manera más exagerada para llamar su atención. Siempre se dice que el observador tiene una influencia en lo que están haciendo otros. Yo creo que cuando la gente me cuenta sus historias y habla de sus experiencias se están expresando como son y no intentan actuar para mí porque lo que quieren es que yo recuerde su idea, quieren que yo los muestre en mi obra. Creo que la gente sabe que puede confiar en mí para estar a la altura de su historia y no convertirla en otra cosa”.
Construcción de vínculos
En la obra de este escritor estadounidense es muy importante la necesidad de sus personajes de construir vínculos con los otros, de pertenecer a algo más grande, a un grupo determinado. Sin embargo, el lector es siempre un ser solitario que está delante de un libro. Así reflexiona Palahniuk:
“Sí, creo que hay una gran parte de soledad en el lector. La lectura es una actividad solitaria, por lo que un escritor debería escribir pensando en gente que está sola para conectar a ese lector con un colectivo del que se puede sentir parte. Sin embargo, la inspiración es un acto más social que empieza con el aislamiento, pero que luego yo llevo a mi terapia de grupo. Lo hago a través de una anécdota y la saco como tema de conversación. En ese momento yo veo que cada uno empieza a dar una versión propia de ese evento en sus vidas y yo de esa manera es como desarrolló la idea, es decir, utilizo las experiencias de muchas personas que han vivido el mismo acontecimiento inquietante y no resuelto, pero no han podido hablar de él. Recopilo todas las versiones y todos los puntos de vista que puedo sobre esta experiencia”.
El autor habla de democracia y de la falta de ella que lleva en muchas ocasiones a la censura. Él mismo fue periodista en sus inicios y la sufrió en sus propios trabajos. Reconoce que la democracia funciona muy bien en poblaciones homogéneas que tienen los mismos propósitos y que son pequeñas, pero cuando se va ampliando a colectivos mayores cree que ya no funciona como debería.
“Mis últimos dos o tres libros se han censurado y prohibido mucho. Eso para algunos sería como ponerse una medalla pero, por el contrario, yo creo que el hecho de que te prohíban un libro hoy en día lo que genera es una dificultad para el autor en todos los sentidos”.
Entonces ¿es esta nueva ola de corrección política una bendición o una maldición para los autores como Palahniuk?
“En cierto modo sí que estoy a favor de los nuevos cambios de cualquier oleada. Yo creo que todas las generaciones tienen que cambiar las reglas del juego porque saben que el juego lo ha cambiado la generación anterior para poder ganar, así que cada nueva generación tiene que cambiarlo para poder ganar ellos. También comprendo a las personas que piden un sitio seguro y que no haya provocación. Pertenecen a una generación que ha estado expuesta a tanto conflicto en su vida que lo que quieren es pedir paz. La generación de John Lennon, por ejemplo, lo que pedía era paz y la paz es diferente para cada generación. Ahora mismo la paz es como una supresión completa del conflicto, es decir, que desaparezcan las formas tradicionales de poder y que haya un control de la narrativa total, eso es lo que es la paz para muchos. Cuando yo era joven la paz era la ausencia de guerra, de guerra abierta entre diferentes países. La gente está realmente cansada de ver cómo se les provoca y se les expone a cosas desagradables y quiere encontrar paz en sus vidas”.
Un escritor intergeracional
Cuando aparecieron sus primeras novelas se le calificó como escritor generacional. Sin embargo, se ha comprobado que hay algo en su literatura que apela a la intergeneracionalidad. Palahniuk se detiene en las generaciones más jóvenes:
“En el pasado teníamos más espacios abiertos para estar si no encajábamos en la sociedad. Eran espacios donde podías vivir una vida más solitaria, realizarte como persona y cumplir tus capacidades una vez aislado. Pero hoy en día vivimos de una manera tan densa que no tenemos esos espacios para enviar a esta gente. Ahora tenemos una frontera virtual donde se puede reunir la gente que es diferente. En este sentido, creo que todas las protestas no son solo una catarsis, también un laboratorio en el que los líderes del futuro se van a formar, se van a distinguir entre los demás”.
El escritor considera que escribir un libro puede ser algo doloroso, pero nunca al principio:
“El arranque tiene que ser atractivo y tiene que enganchar y luego el libro tiene que ir haciéndose más complejo y más oscuro y tiene que llevar al lector a sitios cada vez más difíciles hasta que llegue a un lugar al que nunca habría querido ir. La función de la buena literatura es invitarnos a ir a un sitio al que normalmente no queremos ir”.
Y termina su intervención con un consejo para jóvenes escritores:
“Siempre vuelvo a la razón por la que yo empecé a escribir. En cierto momento no encontraba ya el libro que quería leer, no había ya libros que me engancharan desde la primera página, así que en lugar de dejar de leer pensé que lo único responsable que podía hacer era escribir el libro que yo quería leer. Yo apostaría a que hay muchas personas de muchas edades que están cansadísimas de lo que hay, de lo que les llega a través de los medios, y para ellos es el momento de intentar escribir la historia que les gustaría ver en el mundo”.
Esta crónica fue publicada originalmente en la Revista TELOS de Fundación Telefónica.
Lola Delgado, Política y Sociedad, The Conversation
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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