En el corazón de Viena los amantes de los libros tienen un imperdible destino de visita: la Sala de Gala de la Biblioteca Nacional de Austria, situada en la Josefplatz 1, muy cerca de la célebre Escuela Española de Equitación, la cripta que alberga las tumbas de los Habsburgo o el imponente palacio de Hofburg.
Se trata de la biblioteca barroca más grande del mundo, pero sobre todo de una de las más bellas que puedan encontrarse en Europa. Imponente, resguardo de obras invalorables desde hace siglos, fue construida en la primera mitad del siglo XVIII, cuando surgió precisamente como un ala de la residencia imperial del Hofburg por orden del emperador Carlos VI. Los planos fueron de Johann Bernhrd Fischer von Erlach, cuyo hijo, Joseph Emanuel, se hizo cargo de concretar la construcción entre 1723 y 1726.
El visitante ingresa, tras el pago de 8 euros (6 si se cuenta con la Vienna City Card), en la sala principal de la biblioteca -la Prunksaal-, un inmenso salón de casi 80 metros de largo, 14 de ancho y 20 de alto. En el centro, una cúpula dorada decorada con frescos de Daniel Gran, quien fuera pintor de la corte vienesa, corona el solemne conjunto con una representación de la apoteosis de Carlos VI.
En el centro del salón, una estatua de Carlos VI de tamaño natural lo representa esta vez como el Hércules de las Musas.
Por los cuatro costados, las paredes están cubiertas de estantes de nogal repletos de libros de venerables lomos: son más de 200.000 volúmenes, que incluyen desde una de las principales colecciones de escritos sobre la Reforma de Martín Lutero hasta la biblioteca del príncipe Eugenio de Saboya. De hecho, la biblioteca del príncipe, una figura clave en las batallas que lograron rechazar la invasión otomana a Austria, es el núcleo inicial de la Biblioteca Nacional: la colección fue vendida al emperador austríaco por Victoria de Saboya, sobrina del príncipe, que carecía de otros herederos. La otra obra maestra que Eugenio de Saboya legó a Viena es el palacio del Belvedere, donde hoy se encuentra el célebre “El beso” de Gustav Klimt.
Pero los muchísimos libros que tapizan los muros de la Sala de Gala son apenas una fracción de los aproximadamente doce millones de documentos de todo tipo que se conservan en esta biblioteca, cuyo nombre en alemán es Österreichische Nationalbibliothek (o, más sencillamente, ÖNB). Entre ellos hay libros antiguos, como los que están a la vista, pero también papiros, partituras musicales, grabados, mapas y miles de obras sobre el esperanto y otras lenguas creadas por el hombre de manera artificial.
Además de los libros y otros tesoros como las primeras ediciones de partituras de Richard Strauss, en la Sala de Gala se ven los magníficos globos barrocos venecianos -terrestres y celestes- de Vincenzo Coronelli, de más de un metro de diámetro cada uno. Quienes se interesen en la fascinante historia de los globos terráqueos pueden visitar, a corta distancia, un museo que depende la propia Biblioteca Nacional y que les está expresamente dedicado. Como para sorprenderse al saber que ya en tiempos de los griegos había representaciones de la esfericidad de la Tierra, que solo se confirmaría mucho tiempo más tarde. El Museo del Globo Terráqueo se encuentra en el cercano Palais Mollard, donde también funciona el Museo del Esperanto.
En los laterales de la biblioteca se exponen algunos magníficos ejemplares miniados, obras maestras de la Edad Media que revelan, detrás del vidrio que los protege, brillantes decoraciones realizadas a mano sobre obras manuscritas previas a la invención de la imprenta. El ejemplar más antiguo son los “Holy Gospels” de 1368, que pertenecieron al archiduque y mecenas Alberto III: fue él quien fundó en Viena, en el siglo XIV, un taller de ilustración de manuscritos, además de impulsar los estudios universitarios de Teología y Matemáticas. Con el tiempo, la colección de la biblioteca se enriqueció con otros aportes que incluyeron valiosas obras impresas en Italia y Francia: hacia 1575 los volúmenes ya sumaban más de 9.000 y fue nombrado el primer bibliotecario.
La Biblioteca sobrevivió a los muchos vaivenes de la historia y dejó su apellido imperial para convertirse en la Biblioteca Nacional de Austria cuando, al final de la Primera Guerra Mundial, fue proclamada la república. La anexión nazi que seguiría más tarde le dejó como legado numerosas obras confiscadas a familias judías, muchas de las cuales comenzaron un proceso de restitución a sus legítimos dueños en los primeros años del siglo XXI.,
En la actualidad, la Biblioteca incluye entre sus misiones la custodia y archivo de todas las publicaciones efectuadas en Austria, incluyendo las versiones digitales, así como la cooperación con instituciones educativas de diversos niveles.
Biblioteca Nacional de Austria (Österreichische Nationalbibliothek)
Josefsplatz 1
1010 Vienna
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