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La Casa Alemana

La escritora y guionista Annette Hess revisa la historia de los Juicios de Frankfurt desde la óptica de una intérprete de los procesos, hija de una familia alemana común y corriente. ¿O no?

Con título y subtítulo, La Casa Alemana promete desde la tapa “una novela fascinante sobre una joven que deberá enfrentarse a los secretos de su familia y de todo un país”. Fascinante es probablemente un adjetivo excesivo, más propio de la faja del libro en librerías que ajustado a la realidad: pero sí es cierto que la novela revela el cuidado oficio que hay en la pluma de Hess y se lee con agilidad e interés. 

A pesar del tema -esta es la historia de Eva Bruhns, una joven cuyos padres administran un restaurante llamado La Casa Alemana, y que a raíz de su trabajo como intérprete de polaco en los Juicios de Frankfurt revelará un pasado insidioso- a la obra le falta algo de espesor psicológico en los personajes y de auténtica indagación en una historia tan compleja que no hay abordaje literario que pueda colmar.

En diversas entrevistas, Hess -periodista, asistente de televisión y guionista de series como Weissensee y Ku’damm 56/59, ganadora de los premios Grimme y de la Televisión Alemana- explicó que no buscaba escribir una novela documental sobre los Juicios de Frankfurt, también conocidos como Juicios de Auschwitz (la serie de procesos judiciales realizados entre 1963 y 1965 que juzgaron a 22 acusados por su papel en Auschwitz-Birkenau durante la Segunda Guerra Mundial). Su intención era “escribir sobre una familia alemana normal que tuviese algún tipo de relación con el Holocausto, y hay que decir que la mayoría de las familias la tuvieron”. Que la familia alemana de la novela sea normal está por verse, a la luz de las revelaciones que va desanudando la trama; más cierto es sin duda lo segundo, es decir, que la mayoría de las familias alemanas tuvieron relación con el Holocausto, aunque más no fuera para aceptarlo, naturalizarlo o, en el mejor de los casos, rechazarlo.

Eva, la protagonista de la novela, “se parece a mi madre, en el sentido de la ingenuidad, alguien que prácticamente no sabía nada de lo que había pasado”, explicó Hess. Cuya familia sin duda también tuvo esa mentada “relación” con el Holocausto: su propio abuelo fue policía durante la ocupación de Polonia. 

La vida de Eva Bruhn gira en torno a La casa alemana, el restaurante tradicional que regentan sus padres y en el que la familia comparte las pequeñas cosas del día a día: desde los entresijos de su trabajo en una agencia de traducción hasta el anhelo de que su novio se decida por fin a pedirle su mano a su padre. Pero en 1963 va a celebrarse en Frankfurt el primer juicio de Auschwitz, y el destino hace que Eva acabe colaborando con la fiscalía como intérprete, a pesar de la oposición de su familia. A medida que traduce los testimonios de los supervivientes, descubre la inmensidad y el horror de lo que sucedió en los campos de concentración y una parte de la historia reciente de la que nadie le ha hablado nunca.
¿Por qué todos insisten en dejarla atrás? ¿Por qué faltan fotografías en el álbum familiar? ¿Es posible vivir igual cuando se atisba la verdad?

(Sinopsis del libro según Editorial Planeta)

La Casa Alemana invita entonces a una nueva expiación de los años más oscuros de Alemania en la voz de la protagonista, inspirada en la verdadera traductora polaca de los Juicios de Auschwitz, cuya voz impresionó a Annette Hess cuando recopilaba información para su novela y, entre otras tareas de investigación, escuchó las grabaciones de los juicios. 

Su historia se desenvuelve entre los dilemas personales de Eva, los de su hermana -sin duda no menores a medida que se avanza en la historia- y los de sus padres. Está el retrato de una Alemania en pleno boom económico y el de una situación femenina aún lejos de la emancipación. Están el silencio, el sometimiento y también el deseo de conocer la verdad a pesar de la incredulidad y el horror, a medida que Eva avanza en su trabajo en los juicios y  ese acercamiento a la verdad va subrayando un distanciamiento de su familia. Su figura, protagonista indiscutible, está rodeada de personajes a los que les falta un poco de credibilidad, más cercanos al trazo televisivo que completaría el elenco de una serie que a las auténticas contradicciones que impone la exploración de la Shoah. Pero el libro tiene la virtud de replantear los horrores de Auschwitz y el nazismo en tiempos en que peligrosamente se intenta negarlos, y lo hace generando un interés en la lectura que puede ser para muchos lectores el primer escalón hacia una exploración literaria más profunda del Holocausto.

Annette Hess: La Casa Alemana. Buenos Aires, Planeta, 2019. 464 p.


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