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Sobre la vanidad y el amor

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Carta de Ninon de Lenclos al Marqués de Sevigné

Carta XXIII
[…] Saco en consecuencia que, bien pensado, el amor es casi siempre menos la obra de esa simpatía que se dice invencible, que la de nuestra vanidad.
Examinad el origen de todas las relaciones amorosas, comienzan siempre por la ponderación recíproca que se hacen. […].
Nosotras, las mujeres, entramos en el mundo con una necesidad indefinida de amor, y si nos decidimos por uno más bien que por otro, digámoslo de buena fe, es porque cedemos menos a la idea que tenemos de su mérito que a un instinto maquinal y casi siempre ciego. Me basta como prueba de ello las locas pasiones con que a veces nos embriagamos por desconocidos, o por lo menos por hombres que no conocemos lo bastante a fondo, para que nuestra elección no sea imprudente en su origen. Si caemos bien, es por pura casualidad. Nos ligamos siempre sin el examen suficiente y no estoy en un error comparando al amor con el apetito que se siente a veces por un plato más que por otro, sin poder precisar la causa.

Ninon de Lenclos. Cartas de Amor. EIP


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