Del 28 al 31 de agosto, la ciudad de San Martín celebró la Cuarta Feria del Libro “San Martín Lee”, que convirtió la plaza central —donde conviven el Palacio Municipal, la iglesia y el pulso más transitado de la ciudad— en un escenario abierto a la lectura.
Por Teresa Teramo
Durante cuatro días, se en la Feria del Libro de San Martín talleres, obras de teatro, espectáculos musicales y espacios para disfrutar de los libros en compañía de librerías, asociaciones y editoriales.
Allí, en el corazón urbano, los libros y sus lectores se volvieron protagonistas. En ese marco, el sábado 30 por la tarde, la escritora Alejandra Kamiya participó
de una entrevista en el escenario principal, invitada por Arkhe Libros. Dueña de una voz suave y pausada, habló sobre sus tres libros de cuentos: Los árboles caídos también son el bosque, El sol mueve la sombra de las cosas quietas y La paciencia del agua sobre cada piedra, y de cómo sus relatos nacen de la observación atenta de lo cotidiano y de la forma en que las emociones mínimas se convierten en universos narrativos.
La entrevista se convirtió en un diálogo abierto, en el que la autora explicó la manera en que sus cuentos buscan capturar los silencios y los gestos, más que las
grandes acciones. Señaló que en la vida de sus personajes lo esencial muchas veces no ocurre en la superficie, sino en lo que permanece latente como en el cuento “El pozo”: “lo empecé como japonesa —dice con una sonrisa— escribiendo la historia de un hombre que acata una orden y caba un pozo hasta nuevo aviso, pero lo concluí a la argentina, con un hombre que se rebela”.
Compartió su mirada sobre la escritura como un ejercicio de escucha, donde los gestos y silencios tienen tanto peso como las acciones. Sus palabras, cargadas de
delicadeza, resonaron con un público que siguió cada intervención con un silencio concentrado, como si las frases quedaran suspendidas en el aire, invitando a prolongar la charla y anticipar lecturas.
Recordó entre sus maestros amigos a la escritora Ines Fernández Moreno —nieta del autor de “Setenta balcones…” y a quien dedica su cuento “Los ensayos” de su último
libro— y a Abelardo Castillo.
En diálogo con el público, la autora dio también una primicia: está trabajando en su primera novela, que surge a partir de uno de los cuentos incluidos en La paciencia del
agua sobre cada piedra. Con la misma delicadeza con la que describe los pequeños mundos de sus relatos, señaló que esa historia pedía más espacio, como si quisiera
desbordar las fronteras del cuento para transformarse en una narración más extensa.
Con acierto, la crítica ha señalado con insistencia que en sus relatos conviven la sencillez y la hondura, una prosa transparente que alumbra lo mínimo y, al mismo tiempo,
abre preguntas esenciales. No hay artificios: cada frase parece despojada hasta lo esencial, como si buscara —con la precisión de un haiku— atrapar un destello de lo
humano en medio de lo cotidiano. Así se vivió esta tarde de sábado iluminada con la voz serena de Alejandra Kamiya.
La plaza mayor de San Martín, durante los días de la Feria se transformó en una gran página abierta, escrita y leída al mismo tiempo por quienes la transitaban. Familias
con niños, jóvenes curiosos, docentes, escritores y lectores habituales caminaron entre los puestos como quien avanza por capítulos de una narración a varias voces. Cada stand parecía un párrafo, cada intercambio de palabras una nota al pie en la trama de la ciudad.
En medio de ese texto vivo, la voz de Alejandra Kamiya resonó con la sobriedad y la delicadeza que caracterizan su obra, recordándonos que la literatura tiene la capacidad
de alumbrar lo más íntimo y, desde allí, proyectar nuevos sentido sobre la vida. Leerla o escucharla equivale a descubrir que lo pequeño —una palabra, un silencio, una emoció contenida— puede abrir horizontes inmensos y tornar lo cotidiano en un espacio más
bello y habitable.
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