Compartimos esta noticia del portal Turismo de Bolsillo, que nos invita a leer en la Ciudad Luz.
Las “cajas de lectura” (boîtes à lire) son instalaciones donde se dejan libros que otros toman por prestado libremente. Es una práctica que va ganando en popularidad en varios países de Europa y más particularmente en Francia, una de las naciones más lectoras del mundo.
Un centenar de estaciones de ferrocarril de París y sus suburbios van a sumarse a la iniciativa y van a tener sus propias cajas, donde los usuarios podrán sacar -pero también dejar- libros.
Esas instalaciones varían en tamaño según los lugares y algunas pueden contener hasta 300 libros. Algunas han sido instaladas en antiguas cabinas telefónicas reacondicionadas con estantes, otras son estructuras especialmente construidas para este fin.
La idea original de este movimiento que no para de crecer es de dar una segunda vida a libros que sus compradores quieren hacer circular. También tiene el propósito de reforzar el gusto por la lectura y crear vínculos sociales por medio de los libros.
En toda Francia, se estima que podría haber en la actualidad entre 8.000 y 12.000 de estas instalaciones, y se suman nuevas cada semana. El sitio web boite-a-lire.com. geolocaliza unas 6.000 de ellas. La plataforma fue puesta en línea por la ONG RecycLivre que recibe libros de segunda mano, fabrica las cajas y es uno de los actores que agranda la red con nuevos puntos de libre intercambio.
Las primeras cajas de lectura nacieron en 1991 en Austria. Fueron lanzadas por una pareja de artistas que quería crear una biblioteca abierta. En Francia llegaron a fines de los años 1990, primero en zonas rurales, donde el acceso a los libros no era tan fácil como en las ciudades. Ahora hay por todas partes y hasta al costado de senderos de trekking, en plena naturaleza.
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